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09 Sep
09Sep

Imagen de portada: El Universal 

Al tiempo que aumentaba la intensidad de la pandemia causada por la propagación global del coronavirus SARS-CoV2, el entorno regional de La Laguna de Coahuila se convertía en un escenario donde se multiplicaban los casos graves de COVID-19 y la demanda de atención de hospitalaria. 

Si bien, el conjunto de disponibilidad general de camas  (336) alcanzó una franja máxima de 88.3% en el periodo de mayor carga, la situación específica en las clínicas del IMSS e ISSSTE fue distinta. A razón de la ocupación mensual acumulada, sus puntos de equilibrio fueron superados, toda vez que dichos registros alcanzaron 156 y 130% durante julio y agosto respectivamente. 

Fuentes: Secretaría de Salud federal | Secretaría de Salud de Coahuila

De acuerdo con información de la Secretaría de Salud Coahuila, son 214 las camas disponibles para pacientes COVID al interior de la red hospitalaria del IMSS en la región Laguna. El 47% se concentra en la Torre de Especialidades 71; El Hospital General de Zona  (HGZ) 18 aporta 26% del total;  El HGZ 16, 21% y, finalmente 6% representa el número de camas con que cuenta la clínica rural 79

En este contexto, en relación a la disponibilidad de camas y el número de pacientes hospitalizados, las proporciones de ocupación acumulada mensual crecieron de forma sostenida. En marzo, con un solo paciente internado este factor representó apenas 0.4%; pasó a 5% en abril; tuvo su primer disparo en mayo con 27% y rebasó por primera vez la línea de disponibilidad mensual en junio con 114%. En paralelo a la intensidad de una segunda cresta de propagación más fuerte, el porcentaje mensual de ocupación durante julio llegó al máximo de 156% para luego mostrar un declive significativo en agosto, el cual derivó en frenar la línea de saturación. Aunque alta, el ingreso volvió a niveles inferiores a 100% y se estacionó en 93 puntos porcentuales. 

Mediante el siguiente gráfico animado, puede observarse el comportamiento del ingreso de pacientes a las unidades médicas del instituto semana a semana. Así, es claro que las oleadas generales de contagio reflejaron también una mayor frecuencia de cuadros graves. 

Tres fases de intensidad se describen desde la última semana de mayo,  donde las correspondientes a junio y julio nos indican cómo justo al cierre de cada mes encontramos los momentos más críticos. Posteriormente empieza a disminuir la carga. Dicha tendencia se mantiene durante agosto y la primera semana de septiembre.

En el caso del Hospital General Torreón del ISSSTE, la tendencia fue similar. Sin embargo, el pico más crítico se desplazó durante agosto. Su disponibilidad de camas para pacientes COVID es de 24, y al finalizar el mes la demanda acumulada fue de 31. Justo es importante recordar que en ese contexto de sobrecarga de trabajo Antonio Dávila Castellanos (60 años), director de la institución, contrajo la enfermedad y lamentablemente perdió la vida durante la madrugada del 4 de julio. 

No obstante, a diferencia de lo ocurrido en la red hospitalaria del IMSS, en el caso del ISSSE, la trayectoria de comportamiento cerró al final de agosto con una tendencia de crecimiento. Así, quedaría bajo reserva esa proyección hasta conocer el reporte acumulado del mes de septiembre. 

La proporción de sus derechohabientes en relación con otros sistemas de salud a nivel federal, estatal y privado es uno de los factores esenciales para comprender el fenómeno de saturación que experimentaron. De acuerdo con la Base de Datos Abiertos COVID-19 de la Secretaría de Salud del Gobierno de la República, la necesidad de internamiento para personas con residencia en Torreón pasó de 2 a 9 pacientes entre marzo y abril; de 74 a 258 de mayo a junio; llegó a un máximo de 297 en julio y descendió a 222 en agosto. 

En suma, de acuerdo con los datos presentados en la gráfica, se reportaron 862 casos de hospitalización de pacientes durante el periodo. De ellos, la inmensa mayoría se acentúo en la red de clínicas COVID del IMSS: un conjunto de 639 personas que representan 74% del total. 

En menor medida y similares proporciones se encuentran el ISSSTE (58 pacientes; 6.7%) y el Hospital Militar Regional de la Secretaría de la Defensa Nacional (63 pacientes; 7%). Como podrá observarse en la tabla siguiente, los 45 pacientes atendidos en clínicas privadas representan 5% y 6.2 puntos porcentuales el número de personas  (54) que ameritaron internamiento en unidades médicas del estado

Pacientes ambulatorios y hospitalizados: asimetrías de letalidad

Al llevar a cabo un recuento de los casos positivos de COVID-19 en personas con residencia en Torreón, resulta posible observar cómo los factores de letalidad varían significativamente entre pacientes ambulatorios y hospitalizados. 

Dentro del subgrupo de ambulatorios, es decir,  todos aquellos pacientes que llevaron la enfermedad aislados en casa,  puede observarse que fueron dados de alta 4 mil 108 de 4 mil 141. Ello ha significado hasta ahora un porcentaje de recuperación inmensamente grande: 99.2%. En cambio, 33 personas han fallecido, por lo tanto, la letalidad se sitúa en 0.8%.  

Sin embargo, la correlación cambia drásticamente al cruzar esos mismos datos en el subconjunto que integran pacientes hospitalizados. Con relación a los 862 casos acumulados de personas con registro de internamiento, 586 lograron recuperarse (67%) y 286 fallecieron. 

Con ello, el factor de letalidad se incrementa a 33%. Se trata de una proporción que supera seis veces la mortandad general de 6.3% que ha implicado la COVID-19 en el municipio. Esta condición estadística resulta de dividir 5 mil 003 casos acumulados entre 313 fallecimientos al día 31 de agosto

Intubación de pacientes  y cuidados intensivos, los focos más críticos 

Los registros de pacientes reportados con mayor gravedad  indican que a medida que la enfermedad se agrava y concurren comorbilidades la letalidad se profundiza en forma exponencial. Éstas juegan un rol determinante en los escenarios de mortalidad que implican este tipo de casos. En cuanto a su proporción de influencia, se distribuyen de la siguiente manera: hipertensión, 24%; diabetes, 14%; diabetes e hipertensión, 10%; padecimiento renal crónico, 6% y obesidad, 5%. 

Así lo demuestra la tendencia observada en el comportamiento clínico de quienes resintieron con más intensidad los efectos orgánicos del coronavirus. Dentro del periodo mayo-agosto, 90 pacientes con residencia en Torreón requirieron algún procedimiento de intubación para atenuar su insuficiencia respiratoria. 

Fuente: Dirección General de Epidemiología | Secretaría de Salud federal Los registros nacionales de la Dirección General de Epidemiología (DGE) revelan que sólo pudieron recuperarse 27 personas (30%). Por el contrario, al ocurrir  63 defunciones, el factor terminal de letalidad incide en 70% de los pacientes. 

De acuerdo con las variables disponibles en la citada base de datos, es posible identificar también que de este subgrupo se desprende otro: el que refiere a los pacientes intubados que pasaron su internamiento en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). 

De esta manera, se encontraron 15 casos de pacientes intubados en UCI. Llama la atención que en ese subconjunto, las defunciones abarcaron rangos muy amplios de edad. En la secuencia mostrada, se observan cuatro subdivisiones que integran personas de 30 a 36 años de edad; de 51 a 59; de 61 a 67, y de 71 a 74. La clave de información se encuentra en una situación muy concreta. A lo largo de la pandemia ha prevalecido la percepción de que las circunstancias de atención médica más criticas se concentran en personas de la tercera edad

Sin embargo, mediante los recursos de interpretación basados en esta evidencia, es factible confirmar que personas adultas jóvenes también pueden requerir cuidados intensivos y correr un riesgo mortal. En 7 de los 15 casos reportados (46.7%) los fallecimientos implicaron a pacientes extremadamente graves, cuyas edades son menores a las de un adulto mayor (30-59 años). 

En conclusión. El aumento en la incidencia de pacientes graves por COVID-19 en La Laguna de Coahuila ha transcurrido en un lapso donde, tan solo en Torreón, la curva epidémica describe tres fases distintas, mediante oleadas de contagio que fueron intensificándose abruptamente a partir de mayo, alcanzan un efecto de "meseta" en julio y pierden fuerza en agosto.  

Después de 180 días, los 5 mil 003 casos confirmados por la DGE al mes de agosto en pacientes con residencia en dicho municipio, se desglosan a través de la siguiente secuencia mensual: febrero (1); marzo (14); abril (44); mayo (554); junio (1,718); julio (1,617); agosto (993)


JCNava 






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