Imagen de portada: agosto de 2009 | El Siglo de Torreón
Entre las dos y las tres de la tarde del lunes 26 de julio de 2010, tres reporteros fueron secuestrados después de cubrir un motín en la prisión estatal de Gómez Palacio, Durango. El grupo estaba compuesto por Javier Canales, camarógrafo de Multimedios-Milenio Laguna; Héctor Gordoa, enviado especial del programa Punto de Partida de Televisa, México; y Alejandro Hernández, camarógrafo de estudio en Televisa Laguna.
"La verdad nunca pensé que se tratara de un secuestro. Desde el primer momento creí que nos iban a matar. No me correspondía andar en la calle ese día. Más aún, el traslado hasta el penal y la grabación de los aspectos del motín de reos solo se harían en caso extremo. De alguna manera sí pensábamos evitar ese plan de cobertura". Alejandro
Por medio de un clip de vídeo viralizado en Internet, se denunciaba que un grupo de reos salía por las noches para ejecutar personas en el municipio de Torreón. Autoridades federales y estatales habían intervenido el penal para cumplir órdenes de aprehensión.
"La verdad no quería ir. Sí presentía que me podía pasar algo. No sabía exactamente qué, lo que sí era un hecho es que me rondaba el temor. Ni modo. Se trataba de un asunto de trabajo. Nomás tenía el pendiente de pasar a la escuela por uno de mis hijos, aunque sí tendría margen de tiempo. Con esa idea dejé las oficinas, me subí a un Renault Clío de la empresa y enfilé hacia la cobertura. Eran las 2:05 de la tarde". Javier
Julián Parra, reconocido periodista lagunero de amplia trayectoria en medios locales y nacionales, director de noticieros en aquel entonces del grupo de radio Coahuilteca Medios, fue parte de esa coyuntura informativa. Mediante una llamada de presuntos familiares de internos, explica, se convocó a varios periodistas para acudir al lugar.
“Me llamó nuestro reportero: ‘Oiga. Aquí no hay familiares de internos. El ambiente está muy raro, muy denso. Aquí lo único que veo es gente de los traviesos’. Y le dije, ‘salte inmediatamente de la zona’”. Minutos después, el secuestro.
“Cuando se empiezan a retirar, quiero suponer que por los rótulos de las unidades, ubican a los reporteros y los focalizan como sus objetivos. Los siguen cuando salen del Cereso, los interceptan a mitad del camino y se los llevan”.
"Avanzamos rumbo al sur de la ciudad para regresar a Torreón. Esperábamos luz verde para dar vuelta a la izquierda. Al momento de arrancar se atravesó un carro negro con vidrios polarizados. Iba rumbo al norte, en sentido contrario al nuestro. Luego vino un cerrón de frente para impedirnos el paso. Bajaron dos personas armadas, nos encañonaron y se metieron al carro por las puertas traseras. Ordenaron que siguiéramos el auto en que venían. “¡Quiénes son ustedes!”, “¡pa’ quién chingaos trabajan hijos de su puta madre!”, “¡qué chingaos estaban haciendo en el Cereso!”. Así empezó la tortura. No había más respuesta que la única. Una y otra vez contestamos con la verdad: somos reporteros, vinimos a hacer un reportaje y trabajamos en Televisa". Alejandro
"Esperaba el cambio del rojo al verde en el semáforo. Prendí un cigarro. Faltaban como 20 minutos para las 3:00 de la tarde. De repente se me cerró un carro blanco. Descendieron dos chavos armados. '¡Bájate, hijo de tu pinche madre!'. Se me borró el casete. No supe cómo reaccionar. Me sacaron por el asiento del copiloto y me pasaron al asiento trasero del mismo vehículo que conducía. '¡Agáchate! ¡Y no te levantes, porque te pongo un plomazo!'. Me pusieron el cañón de una pistola en la cabeza. Javier
A cambio de su liberación, el grupo que los mantenía como rehenes exigía la transmisión de un vídeo a través de las televisoras locales durante los noticiarios de mediodía. Así se atendió la instrucción, sin embargo, cambiaron las condiciones. En esa nueva etapa exigían la retransmisión del material, pero a nivel nacional el jueves 29 en el espacio nocturno de Punto de Partida.
“Esa noche estuvimos atentos porque esa era nuestro hilo conductor con la línea de vida de nuestros compañeros”, refiere Julián.
Antes de suspender el programa esa noche, Denise Maerker sólo introdujo el breve marco del contexto:
“A nombre mío y de todos los que trabajamos en Televisa, nuestra solidaridad con quienes hoy están secuestrados. En espera de verlos pronto, sepan que nuestro corazón está con ustedes”.
Luego apareció el fundido a negros de la pantalla, contrastado únicamente con el rótulo del programa durante 45 minutos. Hecho inédito en la historia de la televisión nacional. En la expectativa, nubes de tormenta. El preludio de un funesto desenlace.
Un vacío de información transcurrió desde el fin de la emisión esa noche del jueves 29. Al cabo de 32 horas, las circunstancias de los muchachos empezaron a cambiar con promisoria expectativa.
"Sábado 31 antes del amanecer. Nos cargaron de nueva cuenta y trasladaron a la última casa de seguridad. Ahí el piso estaba cubierto de arena y cascajo. '¡No se levanten de ahí! ¡Ahorita vienen por ustedes!'. Salieron y abandonaron la guardia para luego esfumarse. Era el momento de correr y procurar ayuda en la calle. Así, en medio de ese trayecto sin dirección y a oscuras, nos topamos con el comando de policías federales designado para custodiar nuestro regreso a salvo. Javier
"'¡Córranle, güeyes!', nos gritaron. Ellos se fueron por otro rumbo. En un principio me dio la impresión de que aplicarían una suerte de ley fuga. Después de emprender la huida vendrían los disparos por la espalda o la embestida del automóvil. Nada de eso. Respetaron nuestra vida. Al final nos liberaron". Alejandro
Al cabo de largas horas de incertidumbre, la Policía Federal posicionó en los medios la narrativa de un rescate y confirmó la liberación de Alejandro y Javier a través de un comunicado emitido el sábado 31 de julio a la una de la tarde. Minutos después, aparecerían en directo por televisión desde el hangar de dicha corporación de seguridad pública en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
“Un secuestro siempre es delicado y tratan mal a la gente. Día y noche nos estaban intimidando. Fue muy difícil. Y sí nos maltrataron precisamente ayer. Al verse cercados ya, también la pensaron mucho para dañarnos”, declaró Alejandro.
“Yo lo que quiero primero agradecer es darle gracias a Dios. Se puede decir que volvimos a nacer. Es una triste y amarga experiencia que a nadie se le desea, considero que ni al peor de nuestros enemigos. Sí fue un maltrato psicológico; amenazas. Que la familia, y que ‘si no hablas, aquí mismo te vas a quedar’”, relató Javier al compartir su testimonio.
Alejandro pidió asilo político en Estados Unidos y reside en ese país, trabajando para una cadena de televisión. Nunca estuvo de acuerdo en ser presentado durante la conferencia de prensa. Javier dejó de reportear. Desde aquel entonces ha ocupado el puesto de camarógrafo de estudio.
"Nunca más volveré a mi tierra. La seguridad de mi familia estaría en riesgo. No tiene caso. Claro que extraño un chingo. Más todavía porque la región lagunera sigue en el abandono. Estoy muy agradecido con el gobierno americano, pero eso no significa olvidar que soy mexicano. Aún tengo miedo de retornar a mi país. Un camarada me preguntó hace poco si lo haría. Sin pensarlo mucho le dije que no. En vida no lo creo. Ai’ muere. A Torreón solo muerto regreso. A Torreón solo mis cenizas vuelven". Alejandro
"Durante el secuestro llegué a pensar que ya no podría darle un beso a mi familia. Logré ver a mis hijos y a mi esposa hasta el martes 3 de agosto de 2010, cuatro días después de la liberación. Nos reencontramos en el aeropuerto de la Ciudad de México. Se me hizo un vacío en el pecho cuando los abracé y los besé. Lo primero que les dije fue que los quería mucho y que gracias a Dios estábamos bien, juntos de vuelta. Y aquí estoy. Aquí sigo; nueve años, once meses y veinte días después". Javier
A 10 años de su secuestro, Alejando y Javier son parte de una historia que se ha ido construyendo para configurar la experiencia del Residente de Guerra en La Laguna, el norte de México y Latinoamérica: periodistas y trabajadores de prensa que viven y trabajan en medio de conflictos armados no convencionales; propio de las guerras del crimen organizado global en el Siglo XXI.
JCNava
1. Los testimonios de Alejandro y Javier forman parte de la serie de relatos que integran La tropa del silencio, libro narrativo (Universidad Autónoma de Coahuila, 2019) sobre periodismo de máximo riesgo en la Comarca Lagunera y el norte de México.
2. El relato del periodista Julián Parra proviene de una entrevista realizada en abril de 2019.
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