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Marea verde

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Gómez Palacio, Durango 

Domingo 28 de agosto de 2011 

 15:01 horas

Imagen de portada: mediotiempo.com


Sábado 20 de agosto del año 2011. Torreón, Coahuila. Estadio Corona, Territorio Santos Modelo (TSM). El Club Morelia está de visita. El balón se detuvo a los 40 minutos del primer tiempo. A cuadro, de súbito, la histeria colectiva. Estampida en ciernes. Una atónita exhalación rebota en el cristal de la pantalla del televisor y algunos de mis familiares verbalizan el resumen del caos teñido de verde psicosis: “¡Ay güey, lo que faltaba, ahora se parten la madre hasta en el juego!”; “¡Ya ni la chingan estos putos!”.   “¡No mames cabrón!”. 

- ¿Dónde está Jorge? 

- No sé, no ha venido a la casa. 

- ¡Llámale, güey, si fue a ver el partido se llevó a las niñas! 

Se trata del dolor propio de lo insólito durante el atardecer. El eco amplificado de los impactos a cielo abierto supone el desplome de un torrencial de balas y explosivos en el TSM, la casa del Santos Laguna. Se calcula que la asistencia alcanzó ese día los 18 mil aficionados. Sobre el terreno y por primera vez en la historia, mis Guerreros huyen de la batalla. Los flanquean el adversario en turno y los árbitros asignados para el duelo. En funciones de retaguardia, una columna serpenteante de aficionados busca un resguardo imposible de encontrar en el rectángulo de pasto. Es la “lógica” del instinto, puesto que en un espacio así, y corriendo en chinga, ni cómo esquivar un plomazo. 

En cualquiera de los casos, entre más lejos del sector norte del estadio, mejor. Poner el pecho a tierra, pegarse a los escalones, brincar los asientos y luego tirarse a la fosa perimetral para atrincherar el cuerpo, aprisionar a los niños, ponerse en cuclillas, agachar la cabeza, correr. Es un conjunto reducido de opciones de supervivencia ante la cadena secuencial de tronidos de los AR-15 y de los Cuernos de chivo. Al margen de la precariedad, la estrategia da resultado. Así hemos aprendido a vivir en La Laguna: con el miedo a cuestas para extremar precauciones, con el miedo en la sangre al saber que en cualquier momento podemos perder la existencia.

Fuera de la transmisión de Azteca y de ESPN quedó la información relativa al choque de mercenarios y fuerzas policiacas en las inmediaciones del TSM, a los recurrentes hallazgos de cuerpos desmembrados, al registro de los más de 300 asesinatos en lo que va del año y a los predicamentos de quienes volantean y claman en las calles por los desaparecidos. Más aún, nada sobre el reclutamiento forzado de jóvenes que realiza el crimen organizado, los secuestros, la sepultura de cadáveres en fosas comunes y las masacres ocurridas en bares y recreativos de durante el año pasado. Para todo periodista, aquí resulta un acto suicida mencionar en sus notas que la raíz del conflicto armado que transcurre desde hace por lo menos cinco años en la región es un enfrentamiento entre cárteles. Todo el mundo lo sabe, pero eso está proscrito en la prensa. 

José Juan Vázquez, cronista deportivo, relataba por la radio desde el campo los incidentes del juego. Aquella tarde, fue a trabajar para cubrir un partido de fútbol de la Primera División. Sin embargo, terminó hablando sobre un incidente de violencia. 

-¿Qué es lo que recuerdas durante el estallido de esa crisis? 

-Me llamó la atención lo que estaba pasando en la zona de la tribuna ubicada detrás de bancas, pegado al túnel donde se pone la ambulancia en cada partido. Volteé de repente a la derecha y empecé a ver gente saltando al campo. Exactamente en esa zona. Mi primera reacción fue pensar que alguien había desatado una pelea en la tribuna. Y de repente, también, lo que empiezo a ver son los estallidos de las balas. 

Sin más, la escena vivida a ras de pasto fue describiendo el terror de lo impensable a través del 92.3 de Frecuencia Modulada, La Caliente. “Cuidado, hay una bronca aquí abajo. Algo pasó, la gente está saltando a la cancha…hay gente saltando a la cancha. Se escuchan disparos en la cancha. En este momento la gente está tirándose al suelo…las detonaciones están a un lado mío. Las detonaciones vinieron atrás, donde hay una zona de restaurantes. Hubo por lo menos ocho detonaciones…son disparos continuos, me da la impresión de que son como metralletas...”. Saldo blanco dentro del estadio. 

La directiva y las autoridades sostuvieron siempre que los madrazos entre policías y civiles armados se intercambiaron fuera de las instalaciones. Nunca dentro del estadio, implantó la versión oficial. Para José Juan, el final de la jornada precipitó un vacío inolvidable. “Fue impresionante el silencio”. Dos horas más tarde salió del Corona.  En medio de aquella dolorosa atmósfera inducida por las balas, se dio cuenta de que la carretera Torreón-San Pedro quedó convertida en una alberca de casquillos. 

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